Intel obtuvo una participación del 60% de su valor de mercado en un año, lo que refleja la dificultad del proceso de cambio estratégico. La empresa está luchando por recuperarse, perdiendo terreno frente a sus competidores, pero la transición está completa y los inversores se enfrentan a un deterioro financiero significativo. La renovación está tardando más de lo previsto y ya se está trabajando en el futuro.
Hace tres años, el director ejecutivo Pat Gelsinger dio a conocer una nueva estrategia para convertir a Intel en un importante fabricante de chips abriendo sus puertas a productos de terceros, incluidos los competidores. Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC) domina actualmente el mercado. Intel planea invertir miles de millones para competir en la fabricación de procesadores y aprobar nuevos dispositivos que compartirán suministros con otras empresas de chips.
La división de fundición de Intel, que está luchando por atraer clientes externos, aún no es rentable y espera que las pérdidas se acumulen hasta 2030. Las dificultades para cambiar el modelo trajeron desafíos drásticos, como reducir los costos de marketing y aumentar la propiedad accionaria. Aunque los planes de producción de chips van por buen camino, el ajuste estratégico puede tardar más de lo esperado.
A pesar de un modesto aumento del 1% al iniciar el segundo trimestre, los ingresos y las ganancias han disminuido significativamente desde 2020. Intel utiliza el método más eficiente de su tipo con un flujo de caja libre negativo a partir de 2022. La suspensión de dividendos refleja una falta de confianza. en una pronta recuperación.
El futuro de Intel es incierto, enfrenta un camino difícil y tiene poco margen para crear valor en el corto plazo. Sin embargo, en general, la empresa tiene potencial si implementa y monetiza sus cambios estratégicos. Los inversores esperan señales claras de rentabilidad, aunque los anuncios recientes no inspiran confianza.