Los cielos grises y las molestias respiratorias son un tema cotidiano para los habitantes de la Ciudad de México. Cada año, a mediados de febrero, inicia la temporada de ozono en la Zona Metropolitana del Valle de México, donde las condiciones atmosféricas, la alta radiación solar y la poca brisa favorecen la concentración de contaminantes precursores del ozono.
Este jueves, la Comisión Ambiental de Megalópolis, que agrupa a 59 municipios y alcaldes de la zona centro, decretó la primera contingencia ambiental de 2023 por las altas concentraciones de ozono en la zona. Una de las medidas tomadas por las autoridades ambientales para reducir los niveles de contaminación es restringir la circulación de automóviles particulares.
Víctor Hugo Páramo, titular de la Comisión de Medio Ambiente, anunció que el viernes dejó de circular el 30% del parque vehicular por la contingencia, es decir, unos 5,7 millones de autos. Las condiciones del viento mejoraron y la medida se levantó durante la noche del viernes para continuar con el programa. Hoy no circula sobre una base regular.
Sin embargo, la restricción a los automóviles no es suficiente para evitar la contaminación en la ciudad. “No ha sido una medida suficiente”, dice en una entrevista Ricardo Torres Jardón, jefe del Grupo de Fisicoquímica Atmosférica de la Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM. “Deberíamos aplicar otras medidas, quizás más finas, para que la temporada de ozono, ya que precisamente las condiciones meteorológicas son restrictivas para la dispersión, por eso se requiere otro tipo de política ambiental”, refiere.
En los últimos tres años, los capitalinos han experimentado con mayor frecuencia la aplicación del programa de contingencia de ozono. En 2019 se declararon cuatro, uno de los cuales duró dos días y otro casi tres, que fueron baleados en la zona suroeste del Valle de México; en 2020 solo se declaró una en el mes de noviembre y duró un día y unas horas, pero para 2021 se registraron tres contingencias (dos en abril y otra en junio), y en 2022 seis, una de las cuales duró 51 horas
de acuerdo a un análisis de la Dirección de Vigilancia Atmosférica de la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México, los vehículos no son los únicos responsables de las emisiones contaminantes. Por un lado, los compuestos orgánicos volátiles (COV) son generados en su mayor parte por las viviendas. “La fuente más importante son las fugas de gas LP, de los tanques cilíndricos, hay millones de tanques en la ciudad, hay muchas fugas y, sin embargo, no se pide en el corto plazo un abordaje para controlar todo este tipo de fugas”, dice Torres Jardón.
Por otro lado, y donde existe una participación directa de los automóviles y otros medios de transporte que utilizan gasolina y diésel como propulsores, es en la emisión de óxidos de nitrógeno, con un 86% del total de emisiones. El ozono se forma a partir de dos precursores, los óxidos de nitrógeno y los compuestos orgánicos volátiles, más la radiación solar. De estos, solo los primeros están sujetos a normativa ambiental y son medidos sistemáticamente por el Ministerio del Medio Ambiente a través de la Red Automática de Monitoreo Atmosférico.
Sergio Zirath Hernández, director general de Calidad del Aire de la Ciudad de México, precisó que cuando se aplican las contingencias ambientales, los vehículos aumentan su velocidad en aproximadamente 9 kilómetros por hora, lo que genera menos contaminación por parte de los automóviles. “Mejorar la velocidad del tránsito en la ciudad sería bueno porque de golpe reduce las emisiones, pero reitero, no es la única solución, los autos no alcanzan”, dice Torres Jardón.
El especialista de la UNAM indica que las contingencias ambientales son una medida reactiva, por lo que este instituto propone que se tomen medidas preventivas para evitar altos niveles de ozono u otras partículas contaminantes. “Nuestra idea es que en lugar de que las condiciones sean reactivas, tomemos acciones más bien preventivas con énfasis en otras áreas, como la vivienda y la industria”, dice Torres Jardón.
Se ha observado que el consumo de productos domésticos para limpieza e higiene personal, así como pinturas y productos químicos en la industria, tienen un impacto muy importante en la formación de ozono, el 15% de este potencial proviene de los llamados oxigenados. compuestos orgánicos. En ese sentido, el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y el Cambio Climático está realizando una encuesta para conocer los productos más utilizados por la población de la Ciudad de México.
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