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La inteligencia artificial y su impacto en la gobernanza global

La Inteligencia Artificial (IA) está redefiniendo la forma en que vivimos y trabajamos y se está convirtiendo en un elemento esencial de nuestra vida diaria. Gracias al encuentro global de McKinsey & Company, el 72% de las empresas ha comenzado a incorporar esta tecnología. Pero como dijo Renata Dwan, asesora especial de tecnología de la ONU, el acceso a la IA y a los datos que la sustentan no es globalmente equitativo.

Somos parte del equipo que desarrolla el “Pacto Digital Global”, una iniciativa de la ONU destinada a promover un futuro digital más inclusivo y seguro. La IA es una incorporación reciente a esta marca, que se esfuerza por garantizar que su implementación sea justa, especialmente en los países en desarrollo. En un foro en Doha, Qatar, Dwan compartió su perspectiva sobre la necesidad de cooperación internacional en la gestión de la inteligencia artificial.

En su análisis, a Dwan le entusiasma que muchas naciones del Sur Global vean la IA como una oportunidad para acelerar su desarrollo. Esta tecnología puede modernizar y automatizar servicios esenciales como la atención médica y aumentar la productividad. Pero también existe el riesgo de que la brecha digital se amplíe, especialmente en países que carecen de los datos necesarios para adoptar modelos de IA. La pregunta clave que surge es si la inteligencia artificial será una herramienta para impulsar el desarrollo o, en caso contrario, para preservar los deseos.

La gobernanza de la IA trata sobre cómo gestionar, regular y utilizar esta tecnología. Esto es importante para crear una marca que permita a los países aprovechar el potencial de la IA para resolver sus problemas, muchos de los cuales aún no comprenden completamente. Esto incluye consideraciones sobre cómo se debe gestionar la inteligencia artificial para maximizar sus beneficios y mitigar sus peligros.

La cooperación internacional es clave en este contexto. Dwan señaló que la IA es una tecnología inherentemente global. Su desarrollo depende de recursos y datos que cruzan fronteras, y tanto los productos como los desarrolladores operan a escala global. Por tanto, la gestión de la inteligencia artificial debe ser también un esfuerzo global.

A pesar de las tensiones geopolíticas actuales, ya que muchos gobiernos buscan desarrollar su propia sobriedad tecnológica, la capacidad de acceder y utilizar la IA no está disponible para todos los estados. Los centros de datos, que están en el corazón del proceso de IA, requieren grandes cantidades de energía, por lo que la colaboración es esencial. El mejor uso de la inteligencia artificial se basa en esfuerzos colaborativos.

Dwan también menciona que en un momento en el que las conversaciones sobre tecnología son difíciles debido a diferencias políticas, mantener el diálogo es clave. La velocidad a la que avanza la tecnología requiere compartir conocimientos y mejores prácticas. Es por esta razón que el Pacto Digital Global propone un diálogo político anual que puede ser apoyado por foros internacionales como Doha para permitir el aprendizaje colectivo en esta área.

Frente al escepticismo sobre la inteligencia artificial y su gestión, Dwan identifica las posiciones predominantes en el debate actual. Por un lado, existe un optimismo tecnológico de que la IA resolverá todos nuestros problemas y traerá prosperidad a la humanidad. Por otro lado, se trata de un objetivo catastrófico que advierte del riesgo de que la IA se convierta en una ayuda para la humanidad, incluida la posibilidad de un uso militar controlado.

Dwan enfatiza la importancia de las iniciativas de gobernanza que examinan los modelos avanzados de IA, así como los riesgos de seguridad que plantean. Es esencial mantener el control humano sobre la tecnología. Además, es crucial abordar cómo la IA podría afectar las divisiones existentes en nuestras sociedades, tanto dentro de las comunidades como entre países.

La integridad de la información es otro aspecto a considerar. Dwan pasó por alto la necesidad de desarrollar habilidades sociales para mejorar constructivamente la IA. Esto incluye trabajar más estrechamente con empresas de tecnología, lo que a veces es inusual en estructuras intergubernamentales como la ONU. Esta colaboración es necesaria para superar las limitaciones del mercado y canalizar la IA hacia el interés público más amplio.

A medida que la inteligencia artificial continúa evolucionando y transformando diferentes áreas de nuestras vidas, la gestión eficaz se convierte en un desafío fundamental. Que la IA se utilice para el bien, que se mantengan las aspiraciones o que surjan nuevos desafíos, depende de cómo se estructuran las políticas y las estructuras regulatorias a nivel mundial.

El futuro de la inteligencia artificial y su integración en nuestras sociedades no sólo dependerá de su desarrollo tecnológico, sino también de cómo elijamos gestionarla. La cooperación internacional, un enfoque inclusivo de la tecnología y una regulación adecuada serán clave para garantizar que los beneficios de la inteligencia artificial se compartan de manera justa y sus riesgos se gestionen adecuadamente.

En este último caso, la IA tiene el potencial de ser una fuerza transformadora para el desarrollo global, pero su éxito dependerá de un esfuerzo consciente y concertado para gestionarla. La comunidad internacional debe unirse para establecer estándares y principios que orienten el uso ético y responsable de esta tecnología y garantizar que todos los países, independientemente de su nivel de desarrollo, puedan beneficiarse de su progreso y contribuir a un futuro digital más justo y equitativo.