Our website use cookies to improve and personalize your experience and to display advertisements(if any). Our website may also include cookies from third parties like Google Adsense, Google Analytics, Youtube. By using the website, you consent to the use of cookies. We have updated our Privacy Policy. Please click on the button to check our Privacy Policy.

La captura de Ovidio Guzmán: seis meses de espera, una estrategia mesurada y una batalla entre dos ejércitos

No hubo forma de detener a Ovidio Guzmán, alias El ratón, el hijo del narcotraficante El Chapo Guzmán, sin recordar su captura fallida, hace poco más de tres años, en su ciudad, Culiacán. El Gobierno de México explicó este viernes que llevaba seis meses siguiendo a Guzmán y su grupo, Los Chapitos, facción del Cártel de Sinaloa. Para evitar escenas como las de 2019, en las que sicarios del narco abrieron fuego en pleno centro de la ciudad tras la detención de Guzmán, las autoridades esperaron, según explicó el presidente, Andrés Manuel López Obrador. Esta vez, como ha insistido el secretario de Defensa, Luis Crescencio Sandoval, el Ejército estaba esperando. El costo ha sido alto; 29 muertos durante la operación, 10 de ellos militares, pero el tono que han empleado ambos es de triunfo y deber cumplido.

La caída de Guzmán, requerido por la justicia de Estados Unidos por narcotráfico, cierra el fiasco de 2019, su captura fallida, pero abre una serie de interrogantes. El primero, el futuro del capo. López Obrador ha explicado que la extradición es posible, aunque ha enfriado las expectativas de que se produzca en poco tiempo. La Fiscalía ha abierto una investigación en su contra por presuntos delitos cometidos ayer, tentativa de homicidio, tenencia de armas… Guzmán afronta un camino similar al del antiguo colaborador de su padre, Rafael Caro Quintero, detenido en julio, también buscado al norte de la Río Bravo.

La segunda pregunta que abre la captura de El Ratón apunta al camino que siguieron las autoridades para detenerlo. El general Sandoval ha dado a entender que lo encontraron por pura casualidad, pero López Obrador ha dado a entender que las autoridades esperaban que Guzmán estuviera en un lugar aislado, lejos del centro de Culiacán, en horas de poco tráfico. El presidente también ha negado cualquier ayuda de Estados Unidos, operativa o de inteligencia. Sin embargo, fuentes oficiales confirmaron este jueves a este diario que se había producido un intercambio de información entre autoridades de ambos países, algo habitual en estos casos. ¿Cuál es la realidad? Más allá del apoyo del país vecino, las explicaciones del jefe militar inclinan la balanza a favor del presidente.

El secretario de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval, se pronuncia sobre la detención de Guzmán, durante conferencia de prensa en Palacio Nacional.José Méndez (EFE)

En su discurso de este viernes, Sandoval explicó cómo el Ejército se preparó para evitar una operación fallida como la de hace tres años. Luego, un grupo élite de las Fuerzas Armadas llegó a la casa del líder criminal, en el centro de Culiacán, a la hora del almuerzo. Su idea era detenerlo y llevarlo rápidamente a la Ciudad de México. Ellos no pudieron. Los secuaces de Guzmán se movilizaron y establecieron bloqueos en la mitad de la ciudad. Apuntaron al barrio donde vive el militar y López Obrador finalmente ordenó que lo liberaran.

En esta ocasión, además de esperar a ubicar al delincuente lejos de la ciudad, en la madrugada, los militares se encontraban en alerta máxima. “A partir del 17 de octubre de 2019, reforzamos la seguridad en las instalaciones militares”, dijo el general Sandoval, “intensificamos los entrenamientos, aportamos fuerzas de reacción terrestres y aéreas, para cumplir con la misión principal”. Con tal preparación, el avistamiento de seis camionetas sospechosas en una zona de tránsito habitual de Los Chapitos, alejada de la ciudad, marcó el inicio del operativo.

“Hace seis meses se detectaron áreas donde Ovidio realizaba actividades ilícitas, relacionadas con el tráfico de metanfetamina y fentanilo”, dijo Sandoval. Este jueves, una patrulla de la Guardia Nacional detuvo las seis camionetas en la localidad de Jesús María, a 45 kilómetros de Culiacán, según informó el secretario general. Sus ocupantes respondieron a balazos y huyeron. La Guardia, dependiente del Ministerio de la Defensa Nacional, pidió el apoyo del Ejército, que puso en marcha “el plan de contingencia y el procedimiento de seguridad”. Sandoval no ha dicho si sabían o al menos intuían que Guzmán estaba en los camiones.

Un convoy del Ejército Mexicano patrulla las calles de Culiacán tras la detención de Guzmán.
Un convoy del Ejército Mexicano patrulla las calles de Culiacán tras la detención de Guzmán. Martín Urista (AP)

Los vehículos ingresaron a una vivienda en Jesús María, soldados y delincuentes intercambiaban disparos. Los Chapitos, dijo Sandoval, utilizaron, entre otras municiones, ametralladoras y rifles calibre 50, capaces de penetrar vehículos blindados. Armas prohibidas en México, su uso, al igual que los lanzacohetes, son cada vez más comunes entre los grupos criminales. En 2015, presuntos integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) derribaron con un lanzacohetes un helicóptero militar. Seis soldados murieron entonces. El Gobierno de México ha insistido en repetidas ocasiones en que estas armas provienen del mercado estadounidense, por lo que mantiene una disputa abierta para tratar de detener el tráfico. Además, en cada oportunidad que tiene, le insiste al gobierno de Biden en la necesidad de una mayor colaboración para evitar esta compra de armas.

El tipo de calibre, dijo Sandoval, obligó a los militares a solicitar la intervención de helicópteros artillados. “Se hizo necesario apoyar el fuego desde las aeronaves para garantizar la seguridad del personal y disuadir a los delincuentes de intentar rescatar al detenido”, explicó el jefe militar. Con Guzmán bajo custodia y bajo fuego de los helicópteros, los militares lo sacaron de allí por vía aérea. La mayoría de las 29 víctimas, soldados y civiles, murieron en la refriega.

“Simultáneamente, células del grupo criminal realizaron bloqueos en Culiacán para impedir el desalojo de Ovidio”, narró Sandoval. “Estas células dispararon contra aeronaves de la Fuerza Aérea Mexicana y líneas comerciales en Culiacán. Dos aeronaves que participaron en estas actividades debieron realizar aterrizajes de emergencia, pero no hubo afectaciones en el personal, a pesar del considerable número de impactos”, concluyó.

La situación en la ciudad recordó a la del otro Jueves Negro, en octubre de 2019, durante buena parte del jueves. Decenas de presuntos integrantes de Los Chapitos recorrieron Culiacán, despojando a los automovilistas de sus vehículos, unos para llevárselos y otros para atravesarlos en avenidas y prenderles fuego El caos en la ciudad llegó a otros puntos del estado, como Los Mochis , Mazatlán o Escuinapa. Fue precisamente en este último municipio, donde sicarios asesinaron a un coronel del Ejército, cerrando una jornada ambigua para las Fuerzas Armadas y para todo el país.

Suscríbete aquí a Boletin informativo de EL PAÍS México y recibe toda la información clave de la actualidad de este país