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Familiares y amigos de las víctimas de Nuevo Laredo: “Cuando ven una camioneta nueva, los militares disparan”

Cuatro cruces de cal cubren costras de sangre en una calle del sur de Nuevo Laredo, en el Estado de Tamaulipas. Y en la acera, brazos cruzados, miradas de enfado, expresiones de tono inflamado. “¿Y ahora qué? ¿No podemos salir y divertirnos porque ya estamos haciendo algo mal?” dice una de las chicas, sin esperar respuesta. Las demás asienten y miran al suelo. Atardecer en la ciudad fronteriza. Extraña el contraste entre las manchas oscuras del suelo, la ira, y el rojo azucarado del horizonte.

Los charcos de sangre seca dan testimonio del último episodio violento en Nuevo Laredo. En la madrugada del sábado al domingo, soldados mataron a tiros a cinco niños aquí y dejaron a otro gravemente herido, según vecinos, familiares y amigos entrevistados en la zona. Hasta la noche del lunes, el Ejército Mexicano no ha dado ninguna explicación. Un vocero de la Fiscalía General de la República (FGR) se ha limitado a decir que se ha abierto una investigación al respecto.

Según explicó el Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo, una organización no gubernamental, los muchachos fueron a una discoteca la noche del sábado. Salieron del lugar a eso de las 4:00 am y en el camino de regreso una camioneta del Ejército los interceptó. Los militares abrieron fuego. Dispararon más de 20 veces, según el Comité. La organización señala que al menos dos de los cinco chicos fueron asesinados por los soldados, ya en la calle, fuera del coche.

Flores y velas en una esquina de la colonia Manuel Cavazos Lerma, donde presuntamente cinco jóvenes murieron a manos de militares la madrugada del domingo.Islas Mónica González

Las muertes de los jóvenes y las sospechas que recaen sobre el Ejército se dan en un contexto muy complicado. Nuevo Laredo es uno de los puntos fronterizos más transitados entre México y Estados Unidos y uno de los principales canales comerciales que mantienen ambos países. La ciudad es también escondite del Cártel del Noreste, heredero de Los Zetas, que utilizan el lugar como centro logístico para sus negocios: tráfico de migrantes, narcotráfico…

Las Fuerzas Armadas han asumido durante mucho tiempo la seguridad en las calles de Nuevo Laredo, con resultados muchas veces desastrosos, como es el caso, por ejemplo, de la niña Heidi Pérez. En septiembre pasado, la menor, de cuatro años, fue asesinada a tiros por militares —en un caso tan o más confuso que el de este domingo— cuando su cuidadora la llevaba al médico. La muerte de Heidi sigue estancada en los tribunales.

Junto al lugar donde quedaron las marcas de las balas disparadas este domingo vive una pareja de sexagenarios, con su nieto, su esposa y dos niños de dos y cuatro años. La señora, que prefiere no decir su nombre, sufre de insuficiencia renal y acude al hospital tres veces por semana para sus sesiones de hemodiálisis. Los agujeros de bala cubren el frente de la casa, las ventanas y parte del interior. Los disparos destruyeron la televisión y dañaron el refrigerador y la estufa de la cocina. Dice que de 20 nada, ha contado más de 60.

“Escuché ruidos fuertes y me desperté”, dice la mujer. “Quería mirar hacia la calle, por la puerta y la ventana, pero cuando nos íbamos, vino un soldado y cerró la puerta y dijo: ‘Pasa al cuarto’. Pensé que estaba soñando”, añade. “Desde adentro escuché que alguien se quejaba, pero no sé quién”, continúa.

El marido, un hombre flaco y diligente, está cuidando a los nietos en el patio trasero. Cuando se le pregunta sobre sus recuerdos, se levanta y camina hacia su habitación, que da a la calle. Marido y mujer duermen separados. Junto a su cama, en la pared, hay dos agujeros de bala. “Estaba dormido así y empezaron los tiros. Me levanté de la cama, me di la vuelta y me metí debajo”, recuerda.

Impactos de bala en una vivienda de la colonia Manuel Cavazos Lerma, donde efectivos del Ejército dispararon contra los jóvenes.
Impactos de bala en una vivienda de la colonia Manuel Cavazos Lerma, donde efectivos del Ejército dispararon contra los jóvenes.Islas Mónica González

Hasta el momento se desconoce el motivo de la riña. Ni siquiera se sabe si existió tal cosa, si las balas de los soldados respondieron a un ataque. El Comité de Derechos Humanos de Nuevo Laredo señala que no hay pruebas de que algo así haya sucedido. Las autoridades no han informado de la incautación de armas en el lugar.

Más allá de las muertes, el caso ha llamado la atención por la reacción que ha provocado. El domingo por la mañana, familiares, amigos y vecinos de la zona donde ocurrió el tiroteo, en la colonia Cavazos Lerma, se enfrentaron al convoy militar que había llegado al lugar, para remolcar la camioneta en la que viajaban los jóvenes, una Chevrolet Silverado color blanca. .

Las imágenes registradas por periodistas y vecinos son muy duras. En algunos videos se ve a grupos de personas atacando salvajemente al menos a dos soldados. Otros muestran cómo al menos dos soldados disparan sus armas para dispersar a la turba, uno al cielo y otro al suelo. Las grabaciones también muestran cómo los soldados atacan a las personas que están tomando fotografías con sus teléfonos celulares.

Junto a las cruces de cal está Sulim Pulido, de 25 años, pareja de uno de los chicos muertos, Gustavo Pérez. Pulido dice que el sábado por la noche, Pérez le escribió para preguntarle si podía ir a buscarlo al club, un lugar de moda llamado Mr. Pig. “Le dije que me avisara cuando estaba fuera, para ir a buscarlo, pero ya no me llamó”, cuenta. “En la mañana recibí un mensaje de un amigo, serían las 8:00 o 9:00. Me mostró algunas fotos y me preguntó si era él. Llamé llorando a la mamá de Gustavo y cuando me contestó, también estaba llorando”, cuenta.

Un grupo de personas frente a uno de los altares colocados en memoria de los cinco jóvenes asesinados, en Nuevo Laredo.
Un grupo de personas frente a uno de los altares colocados en memoria de los cinco jóvenes asesinados, en Nuevo Laredo.Islas Mónica González

Junto a ella protestan sus amigas y un grupo de cinco chicas de unos 20 años. “Bueno, si estaban tramando algo, deberían detenerlos”, dice uno. “Cuando los soldados ven un camión nuevo, te tiran”, agrega otro. En las horas que han pasado desde el ataque, varias cuentas en redes sociales han publicado la foto de otro de los muertos, Wilberto Mata, posando con armas. En las imágenes y los textos que las acompañan vinculan al joven con el Cártel del Noreste, herederos regionales de Los Zetas.

— ¿Qué te parecen estas fotos y esta información?

— Mire, dice uno de ellos, él era el único que sí trabajaba con ellos, pero ese día estaba vestido de civil. Porque cuando trabajan no pueden ir a discotecas ni nada.

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