Estados Unidos y México en el laboratorio cubano |  Opinión

Estados Unidos y México en el laboratorio cubano | Opinión

En los últimos tiempos, especialmente tras el estallido social del verano de 2021, que se saldó con largas penas de prisión para más de un millar de personas, Cuba parece estar convirtiéndose en un lugar de experimentación social y económica por parte de varios gobiernos del mundo. Ya hemos escrito aquí sobre el programa ruso para la reforma estructural en la isla, que está siendo desarrollado por el Centro Stolypin, grupo de expertos capitalismo oligárquico promovido por Vladimir Putin desde el Kremlin.

A este proyecto habría que sumar el de las llamadas “mipymes” o pequeñas empresas privadas y familiares, impulsadas por la actual Administración de Joe Biden. El Gobierno de Estados Unidos y el Partido Demócrata, que lo dirige actualmente, son, en la prensa oficial cubana, rostros habituales del demonio imperialista. Pero probablemente no haya otro gobierno en el mundo, con su embajada en La Habana, que defienda más abiertamente a las “MIPYMES” como fórmula para desarrollar el sector no estatal de la economía y la sociedad civil en la isla.

El 27 de junio, que la ONU reconoce como el Día de la Micro, Pequeña y Mediana Empresa, la embajada de EE.UU., en el malecón habanero, publicó un mensaje en su cuenta de Twitter que decía: “Estados Unidos se compromete a apoyar a empresarios privados Las personas que realizan sus proyectos económicos con independencia y creatividad ayudan a forjar la economía de la isla”.

En ese apoyo, el Departamento de Estado encabezado por Antony Blinken continúa con la política hacia la isla que trazó su antecesor, John Kerry, durante el segundo mandato de Barack Obama. Fue entonces cuando se restablecieron las relaciones diplomáticas entre ambos países y el mandatario viajó a la Isla, donde asistió a un encuentro con empresarios cubanos. En esa reunión, Obama sostuvo explícitamente que su política de flexibilización de viajes y remesas estaba dirigida a promover un sector de medio millón de personas con negocios independientes del Estado, en condiciones de multiplicarse.

El discurso de Obama, en 2016, en La Habana, fue acosado simultáneamente por líderes del exilio, miembros del Partido Republicano e ideólogos del inmovilismo oficial en la isla. Hoy se repite esa curiosa convergencia, con la peculiaridad de que el dogmatismo ideológico de la isla rechaza el apoyo de Estados Unidos a las “mipymes” con la misma vehemencia que defiende la reforma del Centro Stolypin de Vladimir Putin, que incluye además una oferta de suministro de insumos. para las pequeñas y medianas empresas cubanas.

Aun así, no faltan los apoyos al despegue de las “mipymes” entre los ciudadanos de la isla, el exilio y segmentos reformistas de la clase política cubana. Para aquellos partidarios, interesados ​​en una reproducción de las oportunidades económicas, en medio del callejón sin salida impuesto por una burocracia rica y sin imaginación, no existe una distinción real entre el “buen” capitalismo de Rusia o China y el “mal” capitalismo de los Estados. . Unidos y España.

México, vecino geográfico e histórico de Cuba, no se ha posicionado firmemente en el laboratorio de la isla. Después de un papel protagónico en el comercio y la inversión en la década de 1990, el papel de México ha sido limitado en la búsqueda de una salida del atolladero económico cubano. El actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador, que aplasta retóricamente su amistad con Cuba, ha ofrecido contratos limitados a médicos en la isla y donaciones simbólicas de combustible, si se recuerdan los 100.000 barriles diarios en la Venezuela de Hugo Chávez.

En las últimas semanas se ha conocido que el gobierno de López Obrador, que entra en su fase final con la carrera avanzada por la sucesión presidencial, impulsa el programa Sembrando Vida en dos provincias de la periferia de La Habana: Artemisa y Mayabeque. El proyecto consiste en el asesoramiento de una treintena de técnicos mexicanos y el suministro de “plantas, semillas, agroquímicos, herramientas y maquinaria” para relanzar el desarrollo agrícola en esas regiones cubanas.

Sembrando Vida es un programa social del Gobierno de México, que promueve la autosuficiencia alimentaria y la preservación de los recursos agroforestales en zonas rurales desfavorecidas. En mayo de 2022, durante la gira del presidente por Centroamérica y el Caribe, el gobierno de López Obrador anunció que el programa se extendería a países centroamericanos, como Guatemala, Honduras y El Salvador, con el fin de contener la emigración.

En principio, Cuba, al igual que Belice y Haití, estaba contemplada en la exportación del programa social mexicano. Sin embargo, en el largo discurso del presidente López Obrador en La Habana, el énfasis no estuvo en Sembrando Vida sino en los lazos históricos entre la isla y Tabasco y en la necesidad de que “la Revolución renazca en la Revolución” en Cuba y otras extrañas fórmulas discursivas. .

Antes en Centroamérica o Cuba, el programa Sembrando Vida ha sido aplicado en Chiapas y ha sido denunciado por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas (FRAYBA) como un mecanismo que, a través de una sistema de oficialización de la propiedad territorial, limita la autonomía de las comunidades y favorece la transferencia de recursos a grupos políticos y militares, adversos a los pueblos originarios y a los militantes zapatistas.

El laboratorio cubano llega al punto de alterar hábitos muy arraigados en la política exterior de La Habana. Por un lado, saluda la promoción de la propiedad privada desde Estados Unidos. Por otro, convierte a Cuba de exportadora en importadora de programas sociales. Programas que en Chiapas son denunciados como instrumentos de dominación de las comunidades indígenas. Lo que alguna vez fue un modelo, un paradigma, un “faro del socialismo”, es hoy una tierra de experimentación capitalista.

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