El Zócalo de la capital se entrega a López Obrador

El Zócalo de la capital se entrega a López Obrador

El presidente prometió una fiesta y nadie se la quiso perder. El Zócalo de la capital de México se ha rendido una vez más al liderazgo indiscutible de López Obrador, quien este sábado ha convocado a toda la familia morenista para celebrar los cinco años del triunfo electoral que lo llevó a Palacio Nacional. “Siempre hemos reconocido que, antes que nosotros, muchos mexicanos libres y conscientes allanaron el camino para impulsar un cambio real que ahora estamos haciendo realidad”, comenzó el mandatario, y la plaza ha estallado, una vez más y como siempre, en un entusiasta aplauso colectivo que ha hecho temblar al otro extremo del ágora.

El gran festín había comenzado en realidad mucho antes de que el presidente se colocara detrás del atril. La riada de gente se movió al ritmo de las batucadas desde temprano en la mañana hacia la plaza más grande de América Latina, preparada el día anterior para esta peregrinación secular pero devota. La jornada amenazaba con tormenta, pero eso no ha impedido que los más fieles seguidores se vistiesen de guinda y tomaran un autobús desde todos los puntos de la República para festejar un triunfo que consideran propio.

Este es el caso de Fernanda Sánchez y María Guadalupe García, de 26 y 23 años, respectivamente. “Hace cinco años ganamos todas”, dicen con convicción estas jóvenes, que se han mudado desde Tultitlán, en el Estado de México, maquilladas con los mismos colores del partido que tiñen sus vinchas de flores. “Los anteriores [presidentes] salieron muy mal del país, pero está haciendo un gran trabajo. Nos va a costar consolidar la Cuarta Transformación, pero tiene al pueblo de su lado”, defienden con alegría.

Esta tarde no hay lugar para la crítica ni para la decepción. La satisfacción por los cinco años de mandato es plena entre los asistentes. “Ningún presidente se ha enfocado en los ancianos, los discapacitados o los pobres, hasta él”, destaca Azucena Gallardo Peña, de 52 años, quien llegó desde Chiapas con un grupo de colegas y estudiantes a las tres de la madrugada. Han esperado toda la noche en la calle la llegada de López Obrador. “Él nos extendió la beca”, abundan Ángel Juárez y José Alberto Pérez, de 17 años y estudiantes de secundaria. Allá donde va, todos coinciden en enfatizar lo mismo: la educación, los ancianos, la cercanía con las comunidades indígenas.

La mayor prueba de que el proyecto lopezobradorista goza de buena salud, sin embargo, llega cuando el presidente menciona la lucha contra la corrupción. “En esto ha consistido básicamente el éxito de la transformación”, proclamó desde el escenario, y el público se amotinó de orgullo. Nadie parece decepcionado, excepto quizás los vendedores de paraguas. El cielo amenazaba lluvia, pero tras un breve intento a las cinco de la tarde, las nubes han desaparecido para permitir que la clara luz del atardecer reine durante la mayor parte del mitin presidencial. Ni el agua se ha atrevido hoy a ir en contra del líder morenista que, con el 53% de los votos, se convirtió hace cinco años en el presidente con mayor apoyo en la historia de México.

La plaza es suya y adentro, nadie recuerda la batalla por ganar la sucesión en el mando. López Obrador ha logrado lo que ninguna institución electoral ha logrado hasta ahora: suspender una campaña electoral que se prevé larga e intensa. El presidente ha dado órdenes de que no haya posiciones a favor de ningún tapa de botella, y sus seguidores han obedecido obedientemente. Ningún candidato aparece en las pancartas que sobrevuelan las miles de cabezas reunidas esta tarde, y ninguno de los cánticos está dirigido tampoco a los contendientes. Hoy solo cabe un lema, y ​​es el mismo que preside cada concentración: “Es un honor estar con Obrador”.

No es la primera vez que el mandatario hace una demostración de poder con un baño de masas de este calibre. Sigue los pasos de su referente, el venerado expresidente Lázaro Cárdenas. Tampoco será la definitiva, pero sí la última ocasión para celebrar este aniversario desde Palacio Nacional. A estas alturas del próximo año el pueblo ya habrá elegido un nuevo presidente, aunque nadie parece dispuesto a dejarlo ir esta tarde. “Con uñas y dientes, apoyo al presidente”, reza la pancarta de algunos de los asistentes más jóvenes.

De Tamaulipas también lo firman Benito Martínez (68 años), María Concepción Meléndez (52) y Natalia Álvarez (74), los ex educadores, esta última ama de casa. Desde las dos de la tarde están en el zócalo para apoyar la continuidad de la Cuarta Transformación, quien sea que tome el relevo en coordinación. “El pueblo quiere seguir con el régimen”, defienden: “Vamos a apoyar al que se vaya. Todos son capaces y tienen la filosofía”. Nadie parece tenerlo muy claro, aunque todos coinciden en que el ganador debe seguir el camino marcado por el fundador. “Para nosotros es él o quien él decida”, defendió un rato antes la chiapaneca Azucena Gallardo Peña, y su elogio suena a advertencia para los que vienen. Quien salga victorioso en septiembre se enfrentará al desafío más difícil de todos. Demostrar que no es cierto lo que gritaba esta tarde un zócalo lleno a la bandera: que solo hay un líder, y ese líder es López Obrador.

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